LAURA CARAPETO MORENO.-Pamplona.
En esta entrada, el lector se encontrará con la recopilación de algunos poemas declamados en el recital, en la tarde del 15 de octubre a las 20h. Este es un ejemplo de la variedad de temas, tonos y estilos que inundaron durante dos horas el bar Rémix, ante la atenta escucha de los diecisiete poetas presentes y también del público.

Santiago Zubieta es un estudiante mexicano de la Universidad de Navarra que cursa el doble grado de Administración y Dirección de Empresas (ADE) y Derecho. En su familia siempre se ha experimentado un gran cariño a la por letras y a la belleza. De hecho, su abuelo creaba poesía, actividad que ha heredado Santiago. Además de esta herencia, también trata de cultivar otros registros como el dibujo y la caligrafía. Estos fueron los primeros versos propios que recitó aquella tarde de octubre:
Maldito recuerdo,
malditas ansias,
horas calladas en sol desolado.
Ojos como oasis del desierto,
contagiosa risa y mirada de miel;
sueños del amanecer.
En este valle busco esa herida
que a pesar de arder, melancolía,
Es el fruto de conocer tu sonrisa.
Estas espinas del camino
duelen al andar por la vereda;
esa que alberga al peregrino
¿De dónde sale ese verde,
color en pliego de hastío,
que vida da al espejismo inerte?
En este valle de sol caliente,
en esta herida, dulce de verano,
está tu luz, narcótico camuflado.
Bendito recuerdo,
benditas ansias;
Fruto de los recuerdos del desierto.
El último poema recitado sirvió para hacer un homenaje a su abuelo, ya fallecido, con uno de los mejores poemas que compuso a los largo de toda su vida: «Venía de los veinte años».
Venía de los veinte años…
Lo demás,
un recuerdo posado en tres rosas:
la primera era una leve rosa de jardines,
la segunda era una esbelta rosa de canteras,
la tercera era de música y color
en el poema de la liturgia y la cultura.
Nada más… Pero, de rosa a rosa,
las primeras tertulias familiares y la escuela;
la orfandad, el viejo seminario, mis hermanas,
los primeros poemas
y un vagar delicioso por las calles
bajo las estrellas.
Y en la arboleda de mi adolescencia,
estudios superiores, el fútbol,
la peña de los amigos íntimos,
una revista literaria
y el caballo despierto de mi sexo.
Venía de los veinte años,
y lo demás no importa.
Lo que yo quiero contar
ya no se ampara en las luces de las rosas,
o se ampara sólo porque jardines y canteras,
la música, el color, y la liturgia y la cultura
se hicieron carne de mi carne.
Todo fue como un leve mordisco de azucena.
Ella era una niña dulce con vocación a lirio,
a lirio con vocación a estrella.
La conocí, porque era hermana de mis amigos,
y no la había conocido,
porque en los huertos del Señor
estaba preparando su lámpara y su aroma.
Todo fue como un sueño,
como un vuelo,
como un ramo apretado de jazmines.
La amé, porque hube de amarla,
y al penetrar a su palacio,
en la cima más alta de las nubes,
me tocaron los ángeles el alma.
Inventé una nueva gramática
para poder hablarle:
un lenguaje de flores, de alas y de espumas.
Aprendí de las fuentes,
porque las fuentes en la noche,
cuando las flores se han quedado solas,
las envuelven en el arrullo de su poesía alada;
conversé con la brisa
que me enseñó el secreto de todos los pájaros poetas.
Fui por último al mar
y las gaviotas coronaron mi aprendizaje.
Entonces, ¡qué espacio de luz
poblado por liras celestiales
se posó en mis sentidos!
Era bello vivir así, de nube en nube,
de alcoba en alcoba,
donde habitaba la niña de los lirios.
Era bello.
Lo digo con nostalgia,
pero sin gestos románticos.
Cuando acabó el amor
y mis plantas hallaron el sabor de la tierra,
no hubo amparo en la muerte,
ni me perdí en la selva donde todo termina,
ni siquiera pedí a la noche
me hundiese en el olvido de la última estrella.
Entonces… Venía de los veinte años,
y lo demás no importa.

Diego de la Chica es madrileño. Estudia Psicología también en la Universidad de Navarra y, al igual que Santiago, tiene debilidad por los sentimientos y procesos más hondos que surgen en el ser humano cuando se encuentra con el amor. Esa tarde leyó un poema basado en el mito de Orfeo y Eurídice. Sin embargo, no se puede publicar ya que esa pieza servirá como inicio para un proyecto a punto de ver la luz. Como gesto de cortesía, ha ofrecido a KAIROOS otro de sus poemas en el que también trata el tema amoroso.
Verte y rogar al cielo
¿quién no quisiera ese honor?
¿Cómo negar este deseo,
ser dueño de tu corazón?
Pero todo lo que deriva
de tan grata posesión,
es el pagar toda la vida
este pesado y querido “on”.
¿Debería considerar la posibilidad,
tener la desfachatez de pensar,
que me darías tamaña oportunidad?
Y es que esto es lo que hay
adoraría estar a tu lado
y agradecido decirte:
Katajikenai.

Daniel Vergara también trató el tema del amor. Él es de Mutilva, un pueblo cercano a Pamplona. Actualmente está desempleado, pero ha realizado un grado superior en Comercio Internacional. Entre sus hobbys se encuentran la lectura, escritura, los videojuegos y la cultura japonesa.
Puede el mar hacer naufragar al barco,
puede el barco soportar la violencia de las olas del mar,
puede este texto sacarte una sonrisa,
puede la poetisa asomada a la cornisa soñar con el mar,
aunque sea incapaz de nadar,
puede el papel reflejar
el sentir de aquel que acabó naufragando,
mientras intentaba combatir al mar soñando con la poetisa,
intentando llegar hasta su cornisa,
para decirle que nunca la dejó de amar,
que aunque su corazón dejara de palpitar,
siempre le pertenecería,
y a la orilla le traería los ecos del amor que por ella sentía,
lo que comenzó en el mar terminó en tierra,
y lo que pudo ser el papel lo encierra,
la poetisa jamás abandonó la orilla
pero nunca dejó de mirar al mar
esperando encontrar aquello que no pudo alcanzar.

Con «Duelo tenebroso», Mariaje Ruiz se dio a conocer ante los demás poetas. Es una de las pocas mujeres que asistieron al recital y, además, ella hizo su entrada con este poema, tan diferente de línea temática con respecto a los anteriores. Ha estudiado en la Universidad de Navarra y actualmente es fotógrafa freelance.
¡Nebulosa oscura,
precisa, aciaga,
rota en sangre invisible!
Quejido en la noche
que trastoca el día:
tras el teatro de sol
se esconden tinieblas
al Otro Lado,
entre bastidores.
Desgarro sin sutilezas,
llanto quebrado:
¡quién sabe la hora
de tu apocalipsis!
Desde el blog KAIROOS queremos agradecer la acogida que tuvo el recital, pero también la disponibilidad de estos poetas a compartir sus versos en esta entrada. Gracias por participar ya sea declamando ante un micrófono o cediendo creaciones para esta recopilación. Esperamos organizar muchos recitales más, mientras seguimos exponiendo más contenidos culturales tanto en el blog como en la cuenta de Instagram.
Desde esta entrada, animamos a los lectores a compartir su poemas, a exponer sus ideas o completar las que han salido en estos versos. Si quieres compartir tu poema, puedes escribir un comentario abajo o contactar con nosotros mediante el siguiente correo: kairoosculture@gmail.com. ¡Gracias!